Como un hack metabólico de las algas amenaza nuestras aguas

El agua es un recurso esencial para la vida que desempeña un papel fundamental en todos sus asapectos, desde nuestra salud y bienestar hasta el total funcionamiento del mundo natural que nos rodea. Desde los microorganismos más pequeños hasta los animales más grandes, todos los seres vivos dependen del agua para sobrevivir. Sin embargo, a pesar de su importancia, el agua a menudo no se valora lo suficiente, y el delicado equilibrio de los ecosistemas que dependen de ella se rompe con facilidad.

Los últimos hallazgos

Nada que digamos sobre la íntima relación entre el agua y los seres humanos podría ser una exageración. La industria, el turismo, la pesca, la agricultura… todas estas industrias fundamentales dependen en alguna medida del acceso al agua limpia y de calidad. La magnitud de los servicios que nos prestan las masas de agua puede resultar difícil de comprender. Alrededor del 50% del oxígeno que respiramos procede únicamente del fitoplancton, unas algas diminutas que flotan a la deriva en el océano.

Los océanos también desempeñan un papel clave en el secuestro de carbono, almacenando por sí mismos alrededor de un tercio de todas las emisiones humanas de carbono a través de una serie de procesos que en su conjunto se conocen como la bomba biológica o bomba de carbono marino. Estas diminutas algas son la principal fuente de alimento de innumerables especies oceánicas, constituyendo el primer nivel de muchas redes tróficas y alimentando a los peces y mariscos que todos adoramos.

 Debido a la importancia del océano en la biodiversidad y la regulación del clima, que a su vez influyen en la habitabilidad de nuestro planeta, grupos interdisciplinarios de científicos y profesionales de la industria trabajan para desentrañar cómo le afectarán factores como el cambio climático y la contaminación. Además, como el fitoplancton es una pieza tan importante del rompecabezas, se dedica una porción significativa de estas investigaciones a comprender las consecuencias que sufrirá. El último informe del IPCC establece una incertidumbre de entre el -20% y el +20%, es decir, que la probabilidad de que ocurra una proliferación o merma del fitoplancton es prácticamente un 50-50.

El hack o truco metabólico de las algas

Modelos anteriores predecían una disminución del plancton mundial de alrededor del 8% durante el próximo siglo. Sin embargo, científicos han descubierto recientemente que las algas son más resistentes de lo que se pensaba. A consecuencia de un auténtico “truco” o “hackeo” metabólico, son capaces de superar la escasez de nutrientes prevista debido al calentamiento de los océanos, gracias a un proceso denominado plasticidad de absorción de nutrientes.

 A medida que el agua superficial se calienta, se mezcla menos con las capas subyacentes, volviendo más escasos nutrientes vitales como el fosfato. Sin embargo, a pesar de que los científicos temían un posible descenso considerable de la producción de fitoplancton, puede que ello no ocurra. ¿Cómo pueden prosperar las algas sin fosfato? Lo sustituyen por azufre. En los modelos que tienen en cuenta este mecanismo, se prevé que la producción mundial de fitoplancton aumente hasta un 5%.

 Inicialmente, esto parecería ser positivo. Si el fitoplancton nos da oxígeno, almacena carbono y alimenta a los peces, esta es, entonces, una gran noticia, ¿verdad? Pues, sí y no. Aunque a todo el mundo le gustan las noticias positivas y estos hallazgos nos dan una buena razón para ser cautelosamente optimistas, todavía hay problemas por considerar.

La primera cuestión es que los nutrientes no son el único factor que afecta a las algas. Hay muchos más mecanismos que podrían limitar este aumento previsto. Un principio llamado Ley de Liebig dice que el crecimiento viene dictado no por el total de recursos disponibles sino por el recurso más escaso. Si imaginamos un barril hecho de múltiples tablones de madera: el nivel del agua está limitado por la duela más corta, de modo que aunque el plancton sea capaz de superar la falta de fosfato, podría verse perjudicados por el aumento de la acidificación, las temperaturas más altas o la contaminación.

 

La hecatombe de las algas

La segunda cuestión es que tener abundancia de algas no siempre es bueno. Cuando un ecosistema acuático estable se ve afectado por una afluencia repentina de nutrientes, como es el caso de la escorrentía agrícola, las algas se multiplican rápidamente y se convierten en floraciones algales.

 Según su gravedad, una floración puede bloquear la luz solar y agotar el oxígeno de la masa de agua, lo que trae aparejadas consecuencias desastrosas para todo el ecosistema, incluida la muerte masiva de peces y plantas. Algunas especies incluso producen toxinas peligrosas que pueden dejar a ciudades y pueblos sin una fuente de agua segura y provocar el cierre de pesquerías. Las floraciones de algas pueden incluso obstruir embalses y afectar actividades industriales como la minería y la producción hidroeléctrica.

 Debido a la resistencia y capacidad de adaptación que muestran las algas, la intensidad y el número de floraciones algales en todo el mundo han ido en aumento en las últimas décadas y, a medida que cambie el clima, se espera que estas floraciones aumenten hasta un 20% en el próximo siglo.

 Como algunas especies se adaptan más rápido que otras a estas nuevas condiciones, deberíamos esperar un cambio en las propiedades del fitoplancton, por lo que existe la posibilidad de que estemos subestimando este presunto aumento. Este truco metabólico que les permite sobrevivir y prosperar incluso en bajas concentraciones de nutrientes es, entonces, un arma de doble filo. Así, el aumento del almacenamiento de carbono se produciría a costa tanto de la economía humana como de la salud de los ecosistemas.

 Prevención de las FAN

¿Cómo podemos prevenir las floraciones de algas nocivas (FAN)? El primer paso consiste en abordar las causas profundas de las mismas, actuando de forma directa para reducir la contaminación. Se necesitan controles medioambientales más estrictos para garantizar que los fertilizantes y los desechos humanos y animales no lleguen a los océanos ni a las masas de agua dulce. Es necesario actuar con mayor rapidez y decisión para hacer frente al cambio climático, que constituye uno de los principales impulsores del aumento del número de floraciones. Por último, si se invierte en investigación y monitoreo, las floraciones de algas pueden detectarse a tiempo y prevenirse. Ahora es posible utilizar tecnología innovadora para impedir que la floración alcance su punto máximo. Por ejemplo, los dispositivos ultrasónicos pueden impedir el crecimiento de las algas sin dañar el resto del medio ambiente. No podemos esperar detener inmediatamente toda la contaminación por nutrientes ni revertir el cambio climático, por lo que estos dispositivos constituyen una herramienta clave para garantizar el bienestar de nuestras masas de agua.